Hace ya tiempo que tenía pensado escribir un artículo como este, pero la verdad es que no veía el momento. Hacer deporte es una opción fabulosa para mantenerse en forma, pero seguro que todos estáis conmigo en que a veces resulta complicado cuadrar horarios para ponernos en marcha. Además, estoy convencida de que os pasa como a mí y que el ejercicio en vuestra vida tiene sus pros y sus contras. ¿O no?
A ver, no me malinterpretéis… Ya sé que hacer deporte nunca podrá tener contras porque es fantástico para nuestro cuerpo, pero no me podéis negar que hay momentos en los que odiamos hacer ejercicio físico. Yo os voy a decir lo que más (y lo que menos) me gusta de la actividad deportiva. Empezaremos con lo bueno, ¿no?
Lo mejor de hacer deporte
Me encanta la satisfacción del trabajo bien hecho que logro después de hacer deporte. ¿No os pasa que volvéis a casa con una sonrisa y pensando que sois los masters del universo? A mí sí. Además, en ese momento en el que he terminado mi sesión deportiva me siento como una atleta de élite. Da igual el ejercicio que elija, puedo hacer running, ciclismo, una clase dirigida, haberme pasado un rato en la sala de mi gimnasio,… Pero siempre acabo con la misma sensación de subidón.
Hacer deporte me mantiene en forma y eso es lo mejor del mundo. Cuando he pasado muchos meses sin hacer ejercicio físico mi cuerpo lo ha notado sobremanera. Además, me entra una “mala leche” que no puedo explicar. El deporte me hace estar feliz. ¿No es fantástico?
Me siento bien conmigo misma cada vez que salgo a pegarme una carrerita a la calle. Al principio cuesta ponerse en marcha, pero cuando he empezado no hay quien me pare. Mi cabeza comienza a dar vueltas y el entrenamiento se vuelve muy fructífero.
Hacer deporte me permite desconectar de la realidad y me ofrece un tiempo maravilloso para pensar y ordenar mis ideas. Esto es totalmente cierto. Yo paso todo el día escribiendo y cuando las musas se me escapan me voy pitando al gimnasio o a correr para recuperarlas. Y ¡oye! Siempre vuelven.
La verdad es que si ponemos en una balanza lo bueno y lo malo de hacer deporte, la parte positiva gana por goleada. A mí me encanta realizar ejercicio físico, pero es cierto que hay unos contras que no puedo dejar de lado. Vamos con ello.
Lo peor de hacer ejercicio
Lo peor para mí sin duda es lo que cuesta algunas veces ponerte en marcha. Y os lo cuenta una persona que está escribiendo tras haberse levantado a las 6.30 de la mañana para ir al gimnasio. Si os soy sincera, no sé ni cómo lo he hecho, porque cuando ha sonado el despertador me han entrado ganas de tirarlo por la ventana y seguir durmiendo. Pero al final me he arrastrado desde la cama hasta el baño para adecentarme. Me he calzado mis zapatillas de deporte y ¡a mover el cuerpo! Obviamente al volver a casa he sido muy feliz. A lo mejor esto no es un contra y es un pro. Mira, no losé.
Otra cosa que no me gusta de hacer deporte es la cantidad de gallitos de gimnasio enteradillos que te encuentras por ahí. Creo que estos especímenes merecen un artículo para ellos solos. Si os dais cuenta, hay personas que llevan dos meses haciendo ejercicio y ya se creen que lo saben todo. ¡No puedo con ellos! Sus conversaciones son tipo… “Hola tío, acabo de mejorar mi MMP y mañana me voy a hacer un fartlek piramidal para preparar la próxima carrera porque molo mogollón”. Más o menos es algo así. Parece que tengan que demostrar que están puestos en el tema. Estos tipos se calzan sus medias compresoras súper chulas para hacer un entrenamiento “mini” de 5 kilómetros. Y yo me pregunto ¿Por qué? Pero no hay respuesta. El mundo runner está desvariando, pero me encanta. Ale, os dejo a ver si salgo y mejoro mi MMP.
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