¡Gracias a Dios que ya estamos a octubre! No porque tengamos prisa por dejar el verano atrás (y estrenar la nueva moda otoño-invierno 2015/16, que también) sino porque los finales de mes son terribles ;)
#RightNow: la maravillosa vida de principios de mes
¡Vamos de compras, amigas, que hemos cobrado! Al ver tu cuenta de nuevo saneada te sientes como una Supermodelo… ¡y necesitas un armario acorde a ello! Está bien, no decimos que nos volvamos locas: cada mes nos hacemos el buen propósito de organizar nuestras finanzas para poder darnos un capricho (o dos). Aunque acostumbramos a camuflar de “necesidad” lo que realmente es un coup de coeur. No te engañes, una falda de ante con botones no es necesidad. ¿Un vaquero? Bueno, si no tuvieses otros diez en el armario…
“Pero es que NECESITO unos mom jeans”. Ya ya, seguro. Lo que tú digas, querida.
Segunda semana: todo bajo control, hasta que…
Te ves impresionante, gracias a tus nuevas adquisiciones, la vida es una pasarela (y no entiendes por qué nadie te dice lo guapa que estás, ¡por sólo cuatro duros!). Pero, ¡pam!, llega “la emergencia”: pensabas que lo tenías todo controlado, pero no contabas con el cumpleaños de tu amiga (gracias, Facebook, por el chivatazo). Está bien, esa fiesta inesperada o el evento sorpresa de turno va a ser la ocasión perfecta para que, por fin, apreciend tu estilo. HAH QUE que ir de compras. ¡Claro, querido Leo, es que no entiendes que no tengo nada que ponerme!
Pero nada de nada.
Y vas de compras (otra vez)…
Y te sientes orgullosa y feliz cuando das con EL look que te convertirá en el centro de todas las atenciones.
Birthday girl, who?
Y llega la recesión de la tercera semana
A mediados de mes, te da por mirar tu cuenta corriente y te encuentras con que -¡sorpresa!- no te has organizado tan bien como tú pensabas… Así que te prometes alejarte de las tiendas y centrarte en tu vida profesional.
El catastrófico fin de mes
El plan de alejarte de las tiendas está siendo duro… No salir a la calle (para no gastar) es efectivo pero muuuy aburrido, así que decides distraerte echando un vistazo a las novedades de moda que te ofrece la Red: entretenimiento gratis e inocuo. O no. Porque lo primero que haces es conectarte a tu tienda online favorita y, claro…
Ay, esa blogger de turno ya se te ha adelantado ¡y lleva TU pichi de pana! Si es que no se puede ser pobre… Sales a la calle y no haces más que ver a otras chicas afortunadas (y/o ricas) con una versión parecida a tu objeto de deseo. ¡Hasta tu propia madre ha rescatado la pana y está más a la moda que tú! Así que… caes.
Tiras del fondo de ahorro de tu comunión si es necesario porque ahora ese pichi de pana es una necesidad: renovarse o morir. Morir, de hambre…
La euforia dura poco. Enhorabuena, un mes más, te quedan 2€ en tu cuenta corriente. No te da ni para unas medias, no hablemos de comer. El arrepentimiento está presente.
Pero has aprendido la lección y por fin (tras el tercer caldo de Gallina Blanco) lo ves claro: es la última vez que te pasa. ¡A Dios pones por testigo, que nunca más volverás a (gastarte todo tu sueldo en ropa y) pasar hambre!
Pero que quede claro que la culpa es de esas rebajas de mid-season de Asos… Te prometes que al mes que viene no volverás a caer en sus trampas capitalistas. Serás una persona racional, que ahorrará (para la hipoteca, el coche para los findes y, tal vez, una segunda residencia en la playa para escaparse con los 2 niños + perro). ¡Se acabó el consumismo!
Día 1 del mes X
¡Vuelvo a ser rica! ¡Puedo con todo! Oye, hasta me puedo dar un caprichito o dos. Nada frívolo, tal vez esos botines que tengo en mente desde el verano. Que llega otoño y no tengo nada (nuevo) que ponerme en los pies…
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