Hace ya un tiempo que lo de "hasta que la muerte nos separe" quedó atrás, ya no solo porque ahora el matrimonio ya no es el peaje por el que hay que pasar para vivir juntos, sino también porque, como concepto, las parejas ya no se sienten obligadas a vivir juntas y aguantar sí o sí. Esto hace que muchos lleguen a una edad por encima de los treinta sin pareja y que muchos vean que pasa el tiempo y empiecen a desesperarse, entrando en un círculo vicioso bastante demoledor: por qué estar desesperado por encontrar pareja es lo peor para encontrar pareja.
¿Circulo vicioso?
Así es. Empiezas a impacientarte. Empiezas a dudar de ti, de tu capacidad para gustarle a alguien, ves que pasa el tiempo, los meses, los años, y sigues sin encontrar a tu pareja ideal (o a una pareja). Entonces empiezas a desesperarte y entras en un círculo vicioso en que, cuanto más desesperado, más difícil lo tienes para encontrar pareja y cuanto más difícil lo tienes, más desesperado estás.
¿Qué problema hay con perder la paciencia?
Una relación, si se tiene la intención de que sea seria, implica un tiempo de conoceros, de quedar, de pasar tiempo juntos, de abrirte sentimentalmente a la otra persona, de buscar la felicidad a través del compartir tiempo y espacio con el otro, etc. Vamos, que no es como ir al supermercado y dudar entre comprar yogures de fresa o plátano, sino algo mucho más trascendente. Podemos errar, podemos equivocarnos, pero vale la pena tratar de acertar el tiro porque todas las relaciones fallidas dejan una huella más o menos dolorosa.
Cuando uno pierde la paciencia, cuando empieza a desesperarse, duda de sí mismo, de sus capacidades, de su capacidad para agradar y empieza a sentirse rechazado y poco querido. Esto afecta a la autoestima y hace que la persona trate de modificar su comportamiento, su manera de ser, para hacer algo diferente e intentar el acercamiento proyectando otra imagen de sí mismo.
Cambiar no es malo, ojo. Hay personas que han tenido que cambiar muchas cosas para ser más sociables, agradables, cercanos, simpáticos, positivos, etc., pero cambiar no siempre es fácil, y a veces no responde más que a un intento de esconder lo que no se quiere mostrar: el lobo con piel de cordero que ahora conocemos como "postureo".
Dejar de ser uno mismo
Y así es como uno deja de ser uno mismo, comportándose de un modo irreal, muchas veces incongruente. Conoces a otra persona y haces lo posible y lo imposible por agradarle, le muestras lo que quiere ver y le dices lo que quiere oír, pero no eres tú, sino el personaje que has creado para agradar. Sin ser tú, corres el riesgo de contradecirte: de un día darle una opinión, queriendo mostrar personalidad (porque a las personas les suele gustar que el otro tenga las ideas un poco claras), y otro argumentar la contraria solo porque es la que está más cercana a su modo de pensar.
Y sintiéndolo mucho, los álter ego que muchas personas se crean tienen una vida muy limitada porque es agotador mantenerlos y porque siempre llega un punto en el que la personalidad real lucha por salir, y entonces todo entra en caos. Ese caos que acaba en un "¡aclárate! y cuando te hayas aclarado con lo que sientes o lo que quieres, me llamas... y ya veremos".
Equivocarse al elegir
¿Quién caza más y mejor, el que espera pacientemente durante horas hasta que encuentra a su presa, disparando solo cuando sabe que tiene un blanco certero, o el que dispara a lo loco al más mínimo movimiento? Quizás el segundo algún día tenga un golpe de suerte y consiga varias presas con tanto tiro, pero seguro que el primero caza mejor porque sabe lo que quiere y qué debe hacer para conseguirlo.
A la hora de buscar pareja, como he comentado antes, hay que saber esperar y elegir a la persona que creemos que puede ser quien nos haga felices, y para ello tenemos que estar en un momento vital en que sepamos quiénes somos y qué queremos. Si estamos en estado de desesperación, ni sabemos quiénes somos, porque como he dicho empezamos a fingir ser otro, ni sabemos muy bien qué queremos, porque llegamos a un punto en que parece más importante tener pareja que la pareja en sí. Vamos, que puedes acabar con la primera persona que pasaba por allí y tener la suerte de que sea un gran acierto, con el riesgo de que, muy probablemente, sea un gran error.
Sí, tienes pareja, pero quizás hay más cosas de ella que te desagradan que cosas que te gustan, quizás apenas tenéis nada en común, quizás hay más motivos para estar separados que para estar juntos... y el desespero puede llevarte a decir aquello de "más vale malo conocido que bueno por conocer" o "más vale pájaro en mano, que ciento volando". Vamos, que el deseo de tener pareja nos puede llevar a cometer la estupidez de estar con alguien con quien no somos felices.
El riesgo de que seamos nosotros quienes acaben con las relaciones
Otra situación que puede darse cuando uno entra en estado de desesperación es la del convencimiento de que en realidad no tenemos pareja, ni la hemos tenido en mucho tiempo, por nuestra culpa. Nuestra manera de ser, nuestro poco agraciado físico (da igual que esto no sea cierto... es la imagen que uno se crea de sí mismo), nuestro humor, nuestra falta de labia,... lo que sea, o todo en general, hacen que nos sintamos incapaces de ser amados, que no merezcamos una pareja, que empecemos una relación y que tengamos claro que pronto acabará porque no estamos hechos para ser felices en pareja.
Y creemos tanto en ello que al final no tenemos pareja, o duran poco, no por lo que creemos que somos, sino por lo que hacemos o dejamos de hacer cuando conseguimos una pareja. Es lo que en psicología se conoce como "profecía autocumplida": creo que soy incapaz de tener pareja, que mis relaciones siempre acabarán mal, y con mi comportamiento y manera de ser acabo haciendo que, ciertamente, suceda.
¿Pero cómo? ¿Cómo haces que se cumpla? Pues de muchas maneras... perdiendo la ilusión por la relación cuando ya lleva un tiempo porque sabes que no acabaréis juntos, enfriándola deliberadamente para evitar sufrir ('como sé que me vas a dejar, pues voy provocando la separación poco a poco para que me duela menos'), no abriéndote demasiado sentimentalmente, etc. En definitiva, no poniendo de tu parte por una relación que podría ser agradable y duradera, simplemente porque crees que pronto acabará, sin tener en cuenta que eres tú el causante de que acabe.
Pero abrirte, duele
Es cierto, abrirte sentimentalmente es exponerte, es dejar entrar en tu vida y tus sentimientos a otra persona, y tú hacer lo mismo hacia ella. Y cuando eso no sale bien el dolor es más grande, pero sin amor no hay relación, y sin confianza, sin poner eso en riesgo, la vida en pareja no tiene sentido.
Así que paciencia, calma, y no pierdas los estribos. Si no encuentras pareja, la ansiedad y el desespero no te ayudarán. Sí puede ser que encuentres pareja, pero no será necesariamente la mejor opción y lo harás, probablemente, a riesgo de no ser siquiera tú mismo.
Vale la pena esperar, y mientras tanto encontrar aficiones y amistades con quienes llenar el tiempo libre de manera que sigas creciendo como persona, y de manera que logres ser feliz a través de todo ello. Entonces, con la seguridad de quien se siente bien consigo mismo, con la capacidad para agradar y amar de quien cuida a sus amistades, podrás encontrar una pareja sin perder tu identidad y sin perder el norte en la elección.
Fotos | iStock
En Trendencias Hombre | Esto es lo que a la gente le gustaría encontrar en ti al buscar pareja, ¿Qué pasa cuando nuestro deseo sexual es mucho mayor que el de nuestra pareja (o viceversa)?, Irnos a vivir junto a nuestra pareja: ¿hemos sopesado todos los pros y los contras?
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La noticia Por qué estar desesperado por encontrar pareja es lo peor para encontrar pareja fue publicada originalmente en Trendencias Hombre por Armando Bastida .
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