El antiojeras o corrector puede convertirse en un buen amigo que te guarda el secreto cuando no has dormido y te ayuda a ocultar esos granitos que tanto te molestan, pero también puede convertirse en un enemigo desalmado que te deja salir de casa pareciendo un mapache.
Si lo que buscas es un aliado, toma nota de estos errores en los que hemos caído una y mil veces para empezar a hacerlo bien de una vez por todas.
Ese no es tu color
Una regla que suelen recomendar los maquilladors es que tu corrector sea un tono más claro que el de tu base, pero sin pasarse. Si te atreves con los correctores de color que están tan de moda, recuerda las reglas básicas:
Rojo: para cubrir ojeras oscuras.
Amarillo: para igualar el tono. También funciona bien en pieles morenas para neutralizar ojeras en tonos morado-azulado.
Verde: para neutralizar rojeces.
No se pone ahí, aprende la fórmula del triángulo invertido
Para cubrir las ojeras correctamente no basta con aplicar el corrector sobre las ojeras en forma de medio círculo, hay que ir más allá. Lo último que recomiendan los profesionales es dibujar un triángulo invertido debajo del ojo, así:
Los dedos no siempre son la mejor herramienta
Aplicar y difuminar el corrector bien es importantísimo y complicado a veces. Si te pasas, puedes terminar borrando el corrector totalmente y si no lo haces bien, se notan líneas y marcas que quedan fatal y hacen que parezca que no tienes espejos en casa. Después de preguntar por varios correctores y que me maquillaran en una tienda de cosmética (siempre os lo digo, no tengáis miedo a preguntar, que esta gente sabe lo que hace), la experta me recomendó probar esponjitas en forma de triángulo para aplicar el corrector y difuminarlo y estoy encantada con el resultado.
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