La afirmación de que somos lo que comemos podría sonar exagerada a veces, pero no puede ser más cierta. Hemos visto cómo una buena alimentación puede incrementar nuestro rendimiento deportivo. Por supuesto que somos conscientes de qué debemos comer para que nuestro cuerpo esté sano. La relación de la comida con nuestra forma física está clara. Sin embargo, lo que comemos nos afecta mucho más allá de nuestro cuerpo.
Katerina Malasidou apuntaba en su artículo “Comida y póker” la importancia de las visitas al nutricionista ante una dieta. Esta jugadora profesional, que explicaba a través de su propia experiencia cómo su rendimiento en torneos de póker había mejorado tras adecuar su alimentación a su trabajo. Escribía: “Cuando digo que voy a un nutricionista la gente suele decirme ‘¿Para qué? ¡Si no estás gorda!’. Pienso que eso ocurre porque asociamos de manera errónea las dietas con la obesidad”.
Una buena alimentación no sólo nos sirve para estar en el peso correcto o para mejorar nuestro rendimiento deportivo, sirve para también para mantener o incrementar nuestra memoria, proteger nuestro cerebro contra el envejecimiento, o mejorar nuestra concentración.
Del mismo modo que hay estudios que han demostrado que hacer deporte mejora nuestra capacidad de concentración y agilidad mental, también se sabe que determinados alimentos afectan a nuestro estado de ánimo y a nuestra mente.
La tendencia de la “mood food” se centra en la comida que nos hace sentir bien. Hoy nos vamos a centrar en la comida que nos hace pensar mejor, en la que mantiene nuestro cerebro sano pese al estrés o el paso de los años.
En términos generales la mejor comida para nuestra mente es aquella que es rica en antioxidantes, omega-3 y vitamina B. Estos nutrientes mejoran la memoria y cuidan el tejido cerebral. Veamos de qué alimentos, o grupos de alimentos, se trata.
Bases de una buena alimentación
Pescado: salmón, caballa, sardinas
Aunque también encontramos omega-3 en la soja, las pipas de calabaza o las avellanas, entre otros alimentos, siempre se recomienda el pescado azul como la principal fuente de esta grasa no saturada que resulta muy beneficiosa para nuestro organismo pero que éste no puede producir por sí mismo. La caballa, el salmón o el caviar están entre los pescados con más omega-3.
Fruta: frutos del bosque y tomates
Tanto los tomates como algunas frutas del bosque, especialmente los arándanos, contienen antioxidantes. Hay diversos estudios que apuntan a una estrecha relación entre estas moléculas que se ocupan de evitar la degeneración de otras moléculas y el retraso de los síntomas de algunas enfermedades que afectan a la memoria como el Alzheimer o la demencia.
Verdura: brócoli, espinacas y zanahoria
Las vitaminas del brócoli (vitamina K) y de las espinacas (vitaminas C y E) se han mostrado especialmente buenas en la protección de los neurotransmisores y, en general, muy efectivas para mejorar capacidades cognitivas. En cuanto a las zanahorias siempre se ha dicho que son buenas para la vista, pero también para la memoria, y cuando el río suena…
Frutos secos: nueces
Igual que las espinacas, las nueces son muy ricas en vitamina E. Esto es excelente para tu memoria, pero es que además contienen antioxidantes, que son los que nos sirven para combatir posibles daños cerebrales. Así que ya lo sabes: pon nueces en tu vida.
Son muy recomendables también las pipas de calabaza por su alto contenido en omega-3. Esta grasa “buena” además de proteger nuestro cerebro, hace que segregue serotonina, la hormona de la felicidad, perfecta para combatir el estrés y mantener la calma para verlo todo con esa claridad que necesitamos para resolver cualquier problema.
Vitamina B: huevos y carne blanca
El pollo, pero sobre todo los huevos, que también son fuente de ácido fólico, funcionan como una inyección de energía para nuestro cerebro gracias a la vitamina B (B6 y B12). Si somos vegetarianos o veganos puede resultar complicado encontrar productos que contengan la saludable vitamina B12. Sin embargo, las algas nori, que son muy comunes en los makis de sushi, o algunas setas silvestres también la contienen. En menor medida podemos encontrar vitamina B12 en algunos vegetales como el repollo, la soja o el pepino.
Seguir una buena alimentación, que incluya todos los nutrientes esenciales para nuestro organismo es la base principal para contar con una salud de hierro.
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