Podríamos empezar la gran mayoría de las crónicas de los desfiles de París diciendo que: “es uno de los desfiles más esperados de la temporada” pero en el caso de Céline la frase está más que justificada sobre todo teniendo en cuenta que es la diana a la que apuntan la gran mayoría de las marcas low-cost. Y si la tónica de clonaje se mantiene, el año que viene Amancio nos deleitará con un sinfín de vestidos lenceros de generosos escotes, trajes de cuadros, vestidos y faldas de caída fluida y largo midi, tops de corte imperio, mangas farol y bajos voluminosos, maryjanes planos y puntiagudos y bolsos-capazo de piel y acolchados, carísimos y, por tanto, super exclusivos (as always).
Por cierto, si sois de las que guardáis los pendientes sueltos en una cajita con la esperanza de encontrar su pareja algún día, estáis de enhorabuena Phoebe Philo ha decidido que es cool llevar uno de cada (como los zapatos de Loewe).
Ni rastro de Kendall Jenner, Gigi Hadid ni ninguna de las denominadas Instagram-models, Céline es exclusiva hasta para elegir a sus modelos y, cómo no, para su front row en el que no hay ninguna cara conocida del celebriteo habitual ni tampoco hay cabida para bloggers (algo habrá que hacer, Chiara…)
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