¡Si es que están en el 666 de la 5ª Avenida, ya os avisan, dear New York!
Perdonad por el título sensacionalista, pero es que la noticia que acabo de leer en Reuters me ha parecido tan absurda, que este post no podía tener un título serio…
Antes que nada, y para que no se malinterprete lo que voy a decir (sin leer hasta el final), es evidente que, como toda persona cuerda, civilizada y respetuosa de las libertadas del otro (que pretendo otorgarme a mí misma), condeno cualquier discriminación (y la estupidez humana que las provoca) por razones de sexo, religión, color o preferencias musicales… Que cada cual sabrá lo que hace con su vida (o no, pero es su vida). Por eso, entiendo que si el ex empleado de Zara que ha puesto la demanda a la marca del grupo Inditex tiene motivos para creer que ha sido discriminado por ser un judío gay (o un gay judío), tiene derecho a denunciarlo. Otra cosa será que demuestre que realmente fue así. Y que se embolse los 40 millones que pide como indemnización.
Ay, Estados Unidos. Ese gran país en el que puedes denunciar a una marca de microondas (y forrarte a su costa) porque no advertía en sus instrucciones que el aparatito no valía para secar a tu gatito después del baño. O en el que, después de pasarte la vida fumando, puedes reclamar a las tabacaleras que te devuelvan lo “invertido” (multiplicado por 100) si resulta que los humos pintan demasiado negros… ¡El sueño americano! Ese arma de doble filo para la globalización (de la moda).
¿Recordáis la polémica por esta camiseta retirada del mercado por su similitud con los unifrmes empleados en los campos de concentración?
Yo veo claramente las puntas redondas evocando las insignias de los sheriffs, como alegaron desde la marca. Pero entiendo también que fue un diseño poco afortunado y me parece que hicieron bien en retirarlo. Aunque no creo que eso demuestre, como parece que pretenden en el artículo, que Zara posea una filosofía perversa y una mente retrógrada (que, insisto, no sé si tienen o no pero, en cualquier caso, la carga de la prueba la tiene quien acusa y, mientras tanto, se mantiene la presunción de inocencia). Pero es que el artículo hasta llega a mencionar el caso de una camiseta que rezaba “white is the new black” como argumento a favor de la tesis de un Zara antisemita, homófobo y racista.
Lo que está claro es que quien escribió ese articulo no era fashionista, porque esa expresión (aplicada al blanco, al rosa y hasta al orange) estuvo tan en boga que decir “the new black” llegó a ser el new black. Pero volviendo a Zara…
Con su historial de meteduras de pata, les costará defender su inocencia… Y más entre una opinión pública tan sensible con el tema nazi como es la americana. No hay más que ver lo que ha costado que (dejaran que) John Galliano levantara cabeza.
Como todo, puede que esta historia pase sin pena ni gloria o que se la sobredimensione. Al menos, desde nuestro punto de vista europeo, nos parecerá una exageración (¿una demanda de 40 millones?!) porque, aunque tendemos a un mundo globalizado, todavía hay diferencias culturales que nos alejan (mucho) de un rincón de este planeta a otro… Y a menudo la moda y las tendencias las ponen de manifiesto. Ahí va un ejemplo más para terminar. Pero fuera del grupo Inditex, que ya les hemos dado bastante caña en este post (y lo que les espera en los tribunales), aunque ellos también tropezaron con esta piedra, igual que la firma catalana:
¿Recordáis la polémica de las “esclavas” de Mango que se montó en Francia?
A diferencia de Zara, que ya ha contestado a esta noticia con un comunicado en el que aseguran que no discriminan a nadie por motivo alguno y que valoran a sus empleados (casi 140.000 en todo el mundo, que se dice pronto) de manera individual, según su aportación a la empresa y que, por consiguiente, van a “fight back” la denuncia, Mango también hizo un comunicado en esa ocasión, pero mucho menos belicista, disculpándose por la ofensa, aunque recordando que “esclava” es un término empleado habitualmente en joyería para referirse a ese tipo de diseños. ¡No aprendieron la lección! Lo que yo aprendí después de esa historia, que por eso todavía la recuerdo cuando la mayoría de la gente (normal) ya debe haberla olvidado, es que efectivamente “pulsera tipo esclava” se emplea con frecuencia. En España. Fuera, seguro que no se usa con frecuencia. De ahí el escándalo que provocó. De nuevo, pues, una muestra de que las diferencias lingüísticas (que también son culturales) se resisten a la globalización (de la moda) y que hay que ir con (más) cuidado cuando uno se internacionaliza (¿tal vez contratando a antropólogos? Hello! Aquí una, aunque no practicante, disponible. Y, además, con el perfil predilecto de la empresa, según el demandante: straight, Spanish and Christian, tampoco practicante. Just saying… ;).
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