Estoy convencidísima de que todos y todas conocéis o habéis oído hablar de la famosa Ruta 66 americana. Este es el viaje de mis sueños (que aún no he podido realizar). Cada vez que pienso en viajes fantásticos sueño con realizar esta histórica ruta que conecta Chicago con Los Ángeles. El problema principal que tengo es el tiempo. Es decir, si la voy a hacer la hago de verdad y disfrutándola así que necesito casi un mes libre para poder ponerme en marcha.
La cuestión económica para hacer la Ruta 66 no es un gran impedimento porque la realidad es que no es un viaje demasiado caro. Obviamente cada uno puede gastarse lo que le dé la gana, pero si la queremos hacer en plan tradicional no hay que hacer grandes inversiones. La idea es volar a Chicago y allí mismo alquilar un coche o una moto para recorrer esta carretera de punta a punta. La tradición dice que hay que hacerla en Harley, pero yo me decanto por la comodidad de un Mustang o un Cadillac. El alojamiento debe realizarse en los típicos moteles de carretera que vemos en las pelis americanas. Sí, como el de Psicosis.
¿Qué es la Ruta 66?
Bien, la Ruta 66 es una carretera que conecta ambas costas de Estados Unidos por todo el interior. Esta carretera se unió a la red estatal de carreteras de USA en el año 1926 y fue eliminada de tal red en junio del 85, cuando dejaba de usarse en pro de las autopistas estatales más rápidas y modernas. Sin embargo la Ruta tuvo en resurgimiento, ya que se convirtió en un lugar de peregrinación de los viajeros más intrépidos. Con un total de 4.000 kilómetros, cada año son muchísimas las personas que recorren todos los pueblos del interior de Estados Unidos para ver los paisajes más icónicos.
A mí personalmente me fascinaría conocer Illinois y esos poblados Amish en los que la tecnología y el progreso no se hace notar en absoluto. Además, poder visitar el Gran Cañón y lugares emblemáticos que hemos visto en las pelis es una realidad si paseas por esta larguísima carretera americana.
Además, si hacemos la Ruta 66 tendremos la posibilidad de ver esas absurdeces que hacen los americanos, como la bola de lana más grande del mundo o un montón de Cadillacs clavados en pleno desierto. También podremos ver auténticos pueblos del oeste y desayunar en los restaurantes típicos donde la camarera va con su jarrita de café rellenando las tazas de los clientes.
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